Lo veía todo tan enorme que parecía que
llevara las gafas de mi padre. Fui al baño
me miré en el espejo y vi que era… era…
¡UNA MARIQUITA! No sabía qué
hacer, miré a mi alrededor y vi una ventana
para poder salir sin que nadie me viera. De
repente vi a mi madre en el jardín con
un insecticida matando a todos los bichos
que se le ponían delante. Pensé: Yo, por aquí
no paso. Me di media vuelta y me metí otra
vez en el baño. No sabía qué hacer, entonces
empecé a escuchar pasos y a alguien tarareando
la canción “Happy” y dije: esa es mi
hermana seguro. Abrió la puerta y fue el
momento exacto para escapar. Salí del baño
y pasé por la cocina, el salón y llegué a la
puerta, salí al jardín y me puse encima
de las setas que había plantado mi madre.
De repente sale una mariquita y me dice:
—¡Oye! Bájate del techo que nos estás
interrumpiendo la clase-
Yo le contesté:
—Vale, vale, pero necesito su ayuda-
Me interrumpe:
insecto pero en realidad soy un humano. Necesito
vuestra ayuda.
—Y la tendrás —me dijo Evelyn
—He tenido una idea —dijo el profesor—. Qué os
parece que os vayáis las 4 a por el mago bola
que él sabrá qué hacer.
Para que os quede claro el mago bola es un
insecto pelotero de esos que se hacen como una
bolita. Bueno sigo a lo mío. Allá fuimos las cuatro
a hablar con el mago bola, hicimos un camino muy
largo para poder encontrarlo, pero lo conseguimos.
Cuando llegamos a su casa toqué la puerta… y nos
abrió el mago.
—Qué queréis, niñas —dijo.
—Necesito que me conviertas en humano —le contesté.
—Lo único que necesitas es esta botellita, cuando
llegues a tu casa bébetela y te convertirás en humano.
FIN