EL MUNDO DE LAS ABEJAS.
Esa noche me acosté con una extraña sensación;
como si hubiera tomado para cenar guindillas
picantes.
A la mañana siguiente me desperté como si fuera
la persona más pequeña del planeta, miré a mi
alrededor y pensé: ¿Dónde estoy? Miré por la ventana
y todo estaba lleno de flores, plantas; ¡estaba
todo, entonces esperé hasta las seis, que era
cuando salíamos a recoger el polen.
Pensé que mi día a día con las abejas era muy
agradable y a lo mejor no era la decisión adecuada,
pero, no tenía mucho tiempo para pensar así que
decidí tirar para mi casa.
Una vez en el campo me escondí detrás de una
flor y fui volando hacia delante hasta que vi un cartel
que ponía, TORREVIEJA.
Por el camino me encontré a una mariquita que
iba para Guardamar y se llamaba Carla, su idioma
era el mismo que el mío pero tenía otro acento y
era un poco más fina, después nos despedimos y cada
una fue hacia su destino.
Cuando llegué a mi casa me senté en la ventana y
estuve un rato observando a mis padres. Cuando estaba
preparada entré por el agujero de la ventana y me puse
sobre el hombro de mi madre, y la pena fue que
empezó a gritar - ¡Quítamela, quítamela! y no me reconoció.
Dimos dos vueltas a la casa, yo delante y ella detrás
intentando darme con una zapatilla, pero me fui por la
puerta.
Me quedé en el jardín, pensando en qué sería de mí, si
volver a la colmena o no, pero con tanto pensar me
quedé dormida.