UN DÍA DE LO MÁS RARO
Era de noche, una tranquila, como otra cualquiera, pero, mientras
dormía, sentía un cosquilleo, una sensación, extraña. A la mañana
Siguiente, me desperté, me lavé la cara, me miré en el espejo y…
¡aaaaaahhh! al mirarme, me encontré muy cambiado, ¡me había
convertido en una mosca!, pensé, que tal vez, estuviese teniendo
UN DÍA DE LO MÁS RARO
Era de noche, una tranquila, como otra cualquiera, pero, mientras
dormía, sentía un cosquilleo, una sensación, extraña. A la mañana
Siguiente, me desperté, me lavé la cara, me miré en el espejo y…
¡aaaaaahhh! al mirarme, me encontré muy cambiado, ¡me había
convertido en una mosca!, pensé, que tal vez, estuviese teniendo
una pesadilla, o tal vez podría ser el deseo que el otro día
pidió Alexander a una estrella fugaz, mientras bromeábamos. Cuando
fui al salón de mi casa, encontré a mi madre y, cómo no, también,
era una mosca, en ese mismo instante, me desmayé. Al despertar
todavía no me lo creía, me levanté y me dijo mi madre que me
iba a preparar el desayuno, que, a saber qué era. En cuanto lo
vi, me fui corriendo a la puerta, ¡era basura!. Sin desayunar, pensé
en salir a jugar a la calle, pero mi madre me cogió de las alas
y creo que es porque no tenía orejas, y me dijo:
¡A dónde vassh, tienes que ir al colegio!
Pensaba que las moscas no tenían colegio, pero me equivocaba,
tenía un colegio en la copa del árbol y, después de una hora escalando
o mejor dicho trepando el árbol, llegué al colegio, y todavía
faltaban diez minutos para que empiece la clase, y de repente, llegó
una especie de autobús con forma de nuez . Cuando por fin empezó
la primera clase, entré, y era una escuela de vuelo, y me
era útil ya que no sabía volar, después de la clase aprendí a
volar de mil formas distintas. Después tocaba patio, en él, las moscas
almorzaban, echaban carreras e incluso jugaban al pillapilla.
Al rato se terminó el patio y tenía curiosidad por saber qué
pasaría en la segunda clase.
Cuando llegué a la segunda clase, descubrí que se llamaba “MAH”,
una pesadilla, o tal vez podría ser el deseo que el otro día
pidió Alexander a una estrella fugaz, mientras bromeábamos. Cuando
fui al salón de mi casa, encontré a mi madre y, cómo no, también,
era una mosca, en ese mismo instante, me desmayé. Al despertar
todavía no me lo creía, me levanté y me dijo mi madre que me
iba a preparar el desayuno, que, a saber qué era. En cuanto lo
vi, me fui corriendo a la puerta, ¡era basura!. Sin desayunar, pensé
en salir a jugar a la calle, pero mi madre me cogió de las alas
y creo que es porque no tenía orejas, y me dijo:
¡A dónde vassh, tienes que ir al colegio!
Pensaba que las moscas no tenían colegio, pero me equivocaba,
tenía un colegio en la copa del árbol y, después de una hora escalando
o mejor dicho trepando el árbol, llegué al colegio, y todavía
faltaban diez minutos para que empiece la clase, y de repente, llegó
una especie de autobús con forma de nuez . Cuando por fin empezó
la primera clase, entré, y era una escuela de vuelo, y me
era útil ya que no sabía volar, después de la clase aprendí a
volar de mil formas distintas. Después tocaba patio, en él, las moscas
almorzaban, echaban carreras e incluso jugaban al pillapilla.
Al rato se terminó el patio y tenía curiosidad por saber qué
pasaría en la segunda clase.
Cuando llegué a la segunda clase, descubrí que se llamaba “MAH”,
que significa Método Anti Humanos. Y teníamos que ponernos de
dos en dos, pero como era nuevo nadie quería ponerse conmigo,
pero había otra mosca marginada, se llamaba Eugenio y le pedí
si quería ser mi pareja para la clase de MAH. Me dijo, con mucho
entusiasmo que sí, y la prueba trataba de esquivar obstáculos,
fuimos bien hasta que en el último obstáculo Eugenio y yo nos dimos
un piñazo, guapo. Después de las clases me entró hambre, así que
fui al Burger King más cercano, a ver si pillaba algo de comida,
pero solo cogí migajas.
Un rato después, mientras volvía a casa, me encontré a una termita,
se llamaba Roberto y me preguntó si quería jugar al fútbol
con él y sus amigos. Ellos eran, Jesús, un escarabajo, Alexander,
una luciérnaga, Evelyn, una ciempiés y (Alexan) Alexandra,
una libélula. Pasé un buen rato con ellos, pero tenía que volver
a casa, ya que tenía sueño. Al llegar a casa saludé a mi madre,
a mi hermano y me fui a dormir. Tenía le esperanza de
que a la mañana siguiente despertase siendo humano, aunque
no estaría nada mal conocer algo más a las moscas. No llegué
a relacionarme con los humanos, ya que sabiendo cómo reaccionaría
yo, no quería jugármela.
A la mañana siguiente, antes de despertarme escuchaba la voz
de mi madre, de fondo, y al despertarme, ¡todo volvía a
la normalidad!, mis amigos, mis familiares, todos.