he querido vivir lo que se siente al revolotear por todas partes
y fastidiar a los humanos. ¡JE, JE, JE!
No sabía qué hacer, no sabía si tenía que buscar por internet
una escuela para estudiar, si molestar a los humanos o si
ir a tomar una cerveza con cacahuetes a un bar cualquiera
o irme a la discoteca.
¡Buff! Pensaba que convertirme en un insecto era fácil…
¡Pero no lo es! No sabía cómo comunicarme ni cómo relacionarme
con los demás insectos de esta gran ciudad Mosquilandia.
Había muchos insectos de mi especie que hablaban,
reían, jugaban y comían; nada tenía que ver con el mundo
de los humanos.
No sabía cómo comunicarme con ellos, porque apenas sabía
hablar en ese dichoso idioma. ¡Es como si fuera mudo!
Tampoco sabía cómo comunicarme con los humanos; mmsss,
mmsss… nada tiene sentido en esta vida. Estaba viendo
la televisión Bob esponja, cuando de repente se me vino
una idea a la cabeza. ¡Lo tengo! Ya se me había ocurrido
cómo comunicarme con los insectos y con los humanos. Con los
mosquitos a otros insectos tendría que hacer “mmsss” y hacer
los gestos. y con los humanos me comunicaría revoloteando de
un lugar a otro, saltar delante de sus narices, volar por
otros lugares, picarles, destrozándolo todo…
Cuando pensé esto noté que ya era de noche. A eso de las
00:30 revoloteé hasta mi cama, dejando marcas por toda
Volé y volé y abandoné la ciudad. Por el camino me encontré
con la mosca Rosa, que era mi amiga cuando éramos humanos;
juntos nos preguntábamos cómo estamos y cómo nos sentimos
siendo moscas.
Tras un largo viaje de camino a Torrevieja, por fin habíamos
llegado. Me encontré con todos mis amigos.
Me encontré con Eve la ciempiés , con Cami la mariquita, con
Candy la abeja, con Valle el ciempiés y con Jesús la mariquita
y su amigo Vallejo la mariposa.
Todos nos habíamos convertido en insectos. Juntos aprendimos
a jugar al futbol sin tocar el suelo, a maquillar chicas, a peinar
calvos y a revolotearme entre el barro. Nada más llegar
fuimos al parque Bicho Rar todos juntos. Después fuimos al
Mcdonald’s a comer; pero apenas había hamburguesas. En el
menú entraban: ensalada a la cabra, salsa de conejo y
bizcocho a la jardinera.
Mi idioma era muy culto. Era añadiendo a las palabras 3
s al final; por ejemplo comedor= comedorsss. Mis profesoras/es
del cole Inmaculadasss Concepciónsss eran muy buenas; y…
¡eran humanos! Las clases eran un auténtico descontrol; revoloteamos
por todas partes, saltamos de un lugar a otro y tiramos
las mesas todos juntos. ¡Buff! Qué calor hacía. En los patios,
todos los humanos se burlaban de nosotros porque ellos eran
humanos y nosotros éramos insectos. Jugábamos todos
juntos a juegos muy divertidos como el dica-dica, el panitg,