Deduzco que fue posiblemente por mi carácter avispado,
pero no creo porque me habría convertido en una
avispa, seguramente será porque las libélulas tienen alas
como mi imaginación. Continuemos con la historia.
Al día siguiente todo seguía como ayer, muy grande, así
que hice una gran tontería, intenté coger la tablet y
no podía y yo me caí varias veces cada vez que me caía
soltaba un ay, ay, de dolor, cogí la tablet y me di cuenta
de que lo que acababa de decir no era ay, ay había sido
más bien un (código) ¿? (será el idioma libélula) bueno, cogí
la tablet y escribí información sobre las libélulas “no os imagináis
el guarrazo que casi me meto” no sabía demasiado sobre
ellas (ahora no sabía demasiado sobre mí mismo) y lo primero
que me salió fue, atención, escuelas para… ¡libélulas!
y me ponía la dirección, estaba en la Cª Santa Trinidad,
así que fui volando, ¿lo pillas?, volando (para mí había
dejado de ser una expresión). Cuando me encontré allí me encontré
lo último que podía esperar ¡profesores humanos!
yo tampoco me lo creí, pensaba que sería algún insecto
disfrazado, bueno eso pensaba hasta que tuvo que venir un sustituto
(también humano) porque se rompió el tobillo y como
todos sabemos las libélulas no tienen huesos.
Empezamos a dar clase, las asignaturas eran parecidas
a las nuestras; lengua, mates, cono, etc, pero en ese colegio