Yo creo que nunca me sentará bien la miel… ¡Y sé lo que digo,
no quiero ver un frasco de miel en mi vida! Aquella noche tenía
la garganta tan mal que hablaba en susurros. El mejor remedio
(y no lo voy a negar, pero tiene lo suyo) es la miel; te deja
la garganta genial. El caso es que tras engullirla me fui a la
cama con la cabeza hirviendo ¿y qué pasó? Pues a eso
vamos.
Abrí los ojos. Todo se veía un poco raro, y curiosamente
un poco.
-¿Nombre? –preguntó uno, y comprendí que me había
complicado la vida buscando idiomas-.
-Kate, Kate Morgan.
-¡Pero a ver si te aclaras! ¿Eres Kate o Morgan?
-Kate.
-Vale, ¿edad?
-12, es que en realidad soy humana.
-Sí, y yo una cabra montesa…¡Diiiiime la edad!
-Es que no sé de la esperanza de vida de las abejas.
Había sido muy tonta.
-Bueno, da igual, bienvenido al escuadrón oficial de las
abejas.- dijo el oficial, y el otro abeja le susurró que
Kate era un nombre de chica. El oficial se puso amarillado
en vez de colorado-. Me hizo jurar que lo daría todo por la patria.
Después de una dura sesión de entrenamiento fui a uno de
los apartamentos de la colmena a reservar. La abeja
recepcionista saludó: -Buenas, ¿en qué puedo ayudarte?
-Hola, soy nueva en la colmena, ¿quedan habitaciones libres?
La abeja sonrío: -Pues verás, estamos en una época turística, y
queda justamente una habitación. (yo me sonreí y murmuré “toma”)
¿Tu nombre?
-Kate mor…carraspeé, creo-Kate
-Muy bien, tu habitación es la 026. ¡Ah, y por seguridad!
Me dio fuerte en la “mano” y me dijo que me había colocado un
un poco.
-¿Nombre? –preguntó uno, y comprendí que me había
complicado la vida buscando idiomas-.
-Kate, Kate Morgan.
-¡Pero a ver si te aclaras! ¿Eres Kate o Morgan?
-Kate.
-Vale, ¿edad?
-12, es que en realidad soy humana.
-Sí, y yo una cabra montesa…¡Diiiiime la edad!
-Es que no sé de la esperanza de vida de las abejas.
Había sido muy tonta.
-Bueno, da igual, bienvenido al escuadrón oficial de las
abejas.- dijo el oficial, y el otro abeja le susurró que
Kate era un nombre de chica. El oficial se puso amarillado
en vez de colorado-. Me hizo jurar que lo daría todo por la patria.
Después de una dura sesión de entrenamiento fui a uno de
los apartamentos de la colmena a reservar. La abeja
recepcionista saludó: -Buenas, ¿en qué puedo ayudarte?
-Hola, soy nueva en la colmena, ¿quedan habitaciones libres?
La abeja sonrío: -Pues verás, estamos en una época turística, y
queda justamente una habitación. (yo me sonreí y murmuré “toma”)
¿Tu nombre?
-Kate mor…carraspeé, creo-Kate
-Muy bien, tu habitación es la 026. ¡Ah, y por seguridad!
Me dio fuerte en la “mano” y me dijo que me había colocado un
polen que, como en las huellas dactilares humanas, sólo tengo yo.
Nada más tocar el hexágono, lo que lo cubría se desvanecería para
que yo entrara, me aseguró. Yo creí que dormiría sentada en el
hexágono, pero cuando se desvaneció la extraña barrera y me
metí por el agujero, llegué a la conclusión de que las
abejas trabajan con tecnología 5D. Mi habitación tenía
paredes anaranjadas sin hexágonos, y con dos ventanas pentagonales
(símbolo); también tenía un baño, que aún no he probado (símbolo); una cómoda
cama; salón; una televisión de la prestigiosa marca CV, “Colme
Visión”, con la que todas las abejas bromean llamándola “El Colmo
de la Visión”; cocina…no hay, por muy apartamento que sea.
Además, hay abejas que cocinan mejor que yo. Me fijé en un cartel
de tela de araña en el que ponía:
(símbolo)
Intuí que eran los horarios seguros para salir de la colmena.
En a.m., el 8 está claro y en el p.m., el 24; no obstante, si giras
esta redacción verás que los otros dos números son el 7 y el 11.
¡Ah, y se nota que la (símbolo) es como la H!.
Como ya eran horarios seguros, salí a tomar el aire. Poco a
poco podía volar, pero bajo, por si me la pegaba. Ahí es donde
conocí a dos amigos muy diferentes a los humanos, pero que me
cayeron genial: eran Melanie y Pole, que en realidad se llama
Poleón, sin el “Na” al principio. No “Napoleón”, sino “Poleón”.
Me invitaron a ir al concierto de Juanma Grillo, el gran