Yo estaba estudiando para la prueba de
matemáticas que teníamos a primera
hora, de repente una sombra muy grande
me impedía leer bien los apuntes, levanté la
cabeza y eran ellas, las chicas de la
pandilla… Martina, que es la “líder” del grupo
vino hacia mi.
-¿Qué quieres? le pregunté.
-¡Ehh, chicos venid a ver a la empollona y
marginada de todo el colegio!
Todos se acercaron a verme riéndose de mí
y tocándome la cara un poco agresivamente…
pero yo no les dije nada, no quería más
peleas, me fui corriendo a mi casa y
ese día me quedé en casa y no fui al
colegio.
Mi madre me dijo asustada:
-¿Qué te pasa, María?
-Peleas… le contesté
Y subí las escaleras para irme a mi habitación,
me tumbé en la cama y dije varias veces:
-Ojalá me convierta en un animal, ojalá
me convierta en un animal… así no tendría
estos problemas… y así sucesivamente. Dormí
un poco para relajarme y después de
pensando en todo lo que me había pasado
esta mañana. Cuando ya era de noche, cené
y me fui a la cama.
Al día siguiente, me levanté de la cama,
tan alegre que cuando sonó el despertador
di un salto muy grande que casi me
caigo de boca. Cuando lo di me sentí como
si hubiese volado pensé que hoy iba a
ser mi día y no iba a hacer caso de lo
me dijeran en el colegio e iba a
pasármelo genial. Cuando cogí mi ropa
para vestirme de frente al espejo, como
habitualmente, pegué un grito:
-¡Ahhhh!
Pensé que estaba aún soñando y me
fui corriendo al baño todo parecía
haber aumentado… me lavé la cara y
me miré otra vez al espejo y volví a
gritar.
-¡Ahhh!
-Qué pasa por ahí arriba, María.
-Nada, nada…
-¿Qué? No te oigo.
Mi voz no se oía mucho así que, lo volví
a repetir lo más fuerte que pude, no me lo
pensando en todo lo que me había pasado
esta mañana. Cuando ya era de noche, cené
y me fui a la cama.
Al día siguiente, me levanté de la cama,
tan alegre que cuando sonó el despertador
di un salto muy grande que casi me
caigo de boca. Cuando lo di me sentí como
si hubiese volado pensé que hoy iba a
ser mi día y no iba a hacer caso de lo
me dijeran en el colegio e iba a
pasármelo genial. Cuando cogí mi ropa
para vestirme de frente al espejo, como
habitualmente, pegué un grito:
-¡Ahhhh!
Pensé que estaba aún soñando y me
fui corriendo al baño todo parecía
haber aumentado… me lavé la cara y
me miré otra vez al espejo y volví a
gritar.
-¡Ahhh!
-Qué pasa por ahí arriba, María.
-Nada, nada…
-¿Qué? No te oigo.
Mi voz no se oía mucho así que, lo volví
a repetir lo más fuerte que pude, no me lo