elegí lo que más me gustaba siendo humana.
Cuando llegó la hora de pagar, yo no
llevaba nada de dinero, menos mal que
la araña Leonarda nos invitó a todos. La
oruga Paul nos dijo que nos invitaba a su casa a
dormir, pero yo le contesté que, al día siguiente era viernes, y había colegio.
Paul me dijo que si el viernes podía quedarme a dormir y le dije que sí, y,
el jueves cada uno se fue a dormir a su casa. El viernes por la mañana fui al colegio,
y la profesora de ciencias, Suzy, nos dijo que el lunes ya se nos habría pasado
el efecto de la pócima. Todos nos pusimos muy tristes. Cuando fui a clase de
coro ya no podía cantar tan bien como antes, por la tristeza que tenía. No
podía hacerlo tan bien como antes, pero aún así me fui a casa de Paul, la oruga,
a dormir. No pudimos dormirnos hasta las dos de la madrugada
porque estábamos jugando al GTA5. Esa noche fue la mejor del mundo, la
mejor de mi vida porque tenía un amigo verdadero. Era una pena no haber
sido un insecto antes, pues me quedaría siendo un saltamontes toda la
vida. Intenté contarle que era un ser humano realmente, pero antes de
decírselo se quedó durmiendo. No podía dormir pensando que no les había
contado a mis nuevos amigos, la verdad. Cuando llegó la hora de levantarnos, fuimos
al súper restaurante de cuatro tenedores, llamado “El humanoide”. Esta vez, invité
yo, incluso invité a los amigos de clase del colegio a que hicieran judo, y ellos me
dijeron que sí que vendrían. Cuando vinieron hice de profesora porque a “Salti”
se le puso un gran dolor de cabeza. Hicimos muchos juegos, como la bola dragón,
el tsunami, el helicóptero, etc. En general, nos lo pasamos bomba y todos
me desearon suerte para el campeonato nacional de judo. Llegó el domingo