y me apresuré para poder alcanzarlas.
Al llegar todas hablaban con un acento raro, y
dijeron:
-¡Ahhh! Un bisho rarou. Dijeron sorprendidas
y asustadas.
Empezaron a huir de mí y yo exclamé:
-¡No yo no soy un bicho raro soy una mariquita
como vosotras, me llamo José.
Se pararon y se volvieron hacia mí y
dijeron:
-Tú no eres una mariquita, eres azul
y las mariquitas somos rojas.
-¿Y qué? Protesté triste.
-Pos que pareses un trapo azul, fuera
de aquí bisho rarou.
Todos se rieron de mí y me fui corriendo;
sola a dónde sea estaré mejor que en aquel
lugar. Corría y corría Pero no podía ni
ver con las lágrimas que me caían sobre
las mejillas y ¡Cataplum! Me estampé
con ¡una avispa! Parecía bastante enfadada
y me dijo:
-Auuu pero qué has hecho. Dijo lloriqueando
-Lo siento mucho no pretendía hacerle
daño es que… iba corriendo triste y…
Por la noche descansamos para reparar fuerzas.
Al día siguiente, por la mañana,
muy decidido dije:
-Vamos a volver a ser humanos
-¡Qué! ¿Cómo? Dijo sorprendido.
-No lo sé, probaremos de todo magia
pociones. Dije convencida.
-¡Ah! Yo conozco a uno que tiene
muchas pociones e ingredientes. Dijo Carl.
-Pues entonces manos a la obra. Dije
entusiasmado
Andamos y andamos hasta que en frente
de una calle, nos paramos; ahí
se encontraba la casa del amigo de Carl.
Pero teníamos un grave problema; la
carretera es la peor cosa que te
puedes encontrar para un insecto. A
continuación estaba pensando cómo pasar
la calle cuando de repente… veo a
Carl cruzando la calle. Desde la
lejanía podía ver como un camión
se acercaba rápidamente y exclamé
-¡Carl cuidado!
Demasiado tarde el camión había
arroyado a Carl, siendo fuerte