la casa. Cuando de repente escuché un sonido en el desván.
Salí de mi habitación revoloteando hasta llegar al desván,
donde noté que se estaba moviendo la escoba de barrer.
La eché a un lado y me encontré un… ¡ratón! Era blanco
y tenía los ojos negros; ¡me daba mucho terror! Porque algo
pasaría y me podría haber tragado.
Mi día a día era muy divertido Pero. a veces me sentía solo
porque no estaba ni con mi familia ni con mis amigos. A veces
estaba con mis amigos del colegio por la calle, molestando a
los humanos, yendo al bar a tomarnos una cerveza, visitando
la playa, tomando el sol, trabajando y sobre todo,
lo que más me gusta, revolotear de sitio en sitio.
Iba todos los días al colegio, hacía los deberes y jugaba a
juegos muy divertidos en la hora del patio. Estos días en el
colegio Mosquiterio eran los mejores. El horario era de 9 de
la mañana a 12 del mediodía; y solo había colegio de lunes
a Miércoles.
Esa misma noche volví a mi casa y me eché a dormir. Pensé
muchas cosas. Quería volver a mi ciudad y volver a encontrarme
con mis amigos y con mi familia.
Me eché a dormir y cuando me desperté había decidido
abandonar la ciudad Mosquilandia y volver a mi ciudad
Torrevieja. Me hice la maleta y cogí una magdalena y me
la comí. Abrí la puerta y noté que estaba el cielo rojo, con
piedras blancas, vacas azules y nubes verdes.
cielo rojo, con
piedras blancas, vacas azules y nubes verdes.
Volé y volé y abandoné la ciudad. Por el camino me encontré
con la mosca Rosa, que era mi amiga cuando éramos humanos;
juntos nos preguntábamos cómo estamos y cómo nos sentimos
siendo moscas.
Tras un largo viaje de camino a Torrevieja, por fin habíamos
llegado. Me encontré con todos mis amigos.
Me encontré con Eve la ciempiés , con Cami la mariquita, con
Candy la abeja, con Valle el ciempiés y con Jesús la mariquita
y su amigo Vallejo la mariposa.
Todos nos habíamos convertido en insectos. Juntos aprendimos
a jugar al futbol sin tocar el suelo, a maquillar chicas, a peinar
calvos y a revolotearme entre el barro. Nada más llegar
fuimos al parque Bicho Rar todos juntos. Después fuimos al
Mcdonald’s a comer; pero apenas había hamburguesas. En el
menú entraban: ensalada a la cabra, salsa de conejo y
bizcocho a la jardinera.
Mi idioma era muy culto. Era añadiendo a las palabras 3
s al final; por ejemplo comedor= comedorsss. Mis profesoras/es
del cole Inmaculadasss Concepciónsss eran muy buenas; y…
¡eran humanos! Las clases eran un auténtico descontrol; revoloteamos
por todas partes, saltamos de un lugar a otro y tiramos
las mesas todos juntos. ¡Buff! Qué calor hacía. En los patios,
todos los humanos se burlaban de nosotros porque ellos eran
humanos y nosotros éramos insectos. Jugábamos todos
juntos a juegos muy divertidos como el dica-dica, el panitg,